Esta frase, dicha por un célebre estudioso de esta espléndida raza, encierra en sí misma todo lo mejor que puede decirse del Boxer, de carácter jovial, afable, cariñoso con los niños pero que, si es preciso, sabe ser decidido y justamente feroz. Estas características las mantiene a lo largo de toda su vida. Es un perro relativamente tranquilo, que se adapta a vivir tanto en el jardín como en el interior de la casa. Casi nunca ladra inútilmente: si lo hace, quiere decir que tiene un buen motivo para ello. Fundamentalmente limpio, se necesita muy poco para mantenerlo con el pelo siempre brillante. Llevarlo de paseo con la correa será para él una verdadera fiesta y, si adquiere esa costumbre, es preciso sacarlo siempre. Por su carácter dócil y al mismo tiempo decidido, por lo relativamente fácil que resulta su adiestramiento y, por sus cualidades innatas, es considerado como uno de los mejores perros de defensa, obteniendo, cada vez más, una mayor aceptación y éxitos. Quien ha tenido un Boxer, difícilmente podrá adaptarse a poseer otro perro, debido a que sus cualidades son "únicas".